viernes, 4 de marzo de 2011

ERAN OTROS TIEMPOS

Viendo la caterva de arribistas indocumentados que nos han tocado en (mala)suerte y que forman nuestra "clase política", a uno le entra una cierta nostalgia. Porque no siempre ha sido así en esta tierra de nuestras entretelas. Tiempos hubo, y no ha mucho,en que este país alumbró verdaderas personalidades en la política, hombres y mujeres preocupados por sus conciudadanos y armados de un auténtico patriotismo.  Están en la mente de todos y a su obra, a pesar de los esfuerzos de sus indignos sucesores, todavía le queda algo de vida.
No voy a hablar de ellos. Voy a mirar mucho mas atrás. Al año 1832, cuando Nace en Cadiz un niño al que pusieron el nombre de Emilio Castelar Ripoll. A causa de las ideas liberales de su padre. que habia sido  condenado a muerte (por afrancesado; terrible delito) por el Borbón de turno, aquel tremendo hijodeputa que fue Fernando VII, la familia tuvo que exiliarse a Gibraltar por una temporadita.
Siete años mas tarde y muerto su padre la familia vuelve a España, en concreto a Elda, donde Emilio admira a a todos por su inteligencia. Terminados los estudios de Segunda Enseñanza en Alicante se instala en Madrid en cuya Universidad se matricula. Licenciado en Filosofía y Doctor en derecho (casiná, Pepiño), consigue la Cátedra de Historia Filosófica y Crítica de España con tan solo 25 años. Por si fuera poco se dedica al periodismo y en 1864 funda La Democracia, periódico liberal y claramente republicano.
 Por culpa de un artículo, El Rasgo, en el que ponía de chúpate y moja a su graciosa majestad Isabel II cuyos rasgos, por cierto, daban mucho de sí ( en todos los sentidos), es destituido de la Cátedra y encarcelado, arrastrando en su caída al Rector D. Juan Manuel Montalbán.
Hay que decir que, al igual que los políticos, los estudiantes de esa época se parecían mas bien poco a los actuales. Al no tener consolas ni teléfonos móviles, te montaban un follón del carajo por una tontería como quitarles un  rector y un catedrático que les gustaban.
Total que la noche del 10 de Abril, San Daniél, unos cuantos cientos de estudiantes se fueron a la Puerta del Sol con la sana intención de dedicar unas cancioncillas al Presidente del Gobierno, Narvaez, y, ya puestos, a S.M., gran aficionada a la música (militar, mayormente).
Preocupado por la seguridad de los estudiantes, y de algún que otro obrero que se había sumado a la fiesta, Gonzalez Bravo, ministro de la gobernación del momento, mandó mil hombres de eso que ahora llaman fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, o sea picoletos, tropas de infantería y un regimiento de caballería, que tras unas cuantas cargas, dejaron 14 muertos y 193 heridos.
¿Consecuencias?. Las normales en este país. Castelar y sus colegas a la trena Y  Narvaez, Fernandez Bravo y, obviamente S.M., de rositas.
Parece que Castelar era bastante tozudo en sus ideas liberales y republicanas porque en 1866 se apuntó a la Insurrección del Cuartel de San Gil. Fracasada este y ante la generosa actitud del gobierno que le quería regalar una bonita bufanda de hierro con un tornillo, salió de najas y se exilió en Francia.
Pero el reinado de Isabel tenía los días contados. Y en 1868 estalla la revolución que acaba con la monarquía y, después del esperpento de Amadeo. trae por primera vez la república a España.
Castelar dedicó todas sus energías al nuevo régimen .Como ministro de estado abolió muchos privilegios tanto a la iglesia como a la aristocracia, llegando a suprimir los títulos nobiliarios(!). Pero la República había nacido muerta. Ejercito, iglesia, aristocracia, alta burguesía ( ¡coño, los de siempre!), cargaron contra ella con todo su poder, que era mucho. Y, para acabar de arreglarlo, los ultramontanos de la boina roja. Demasiado para una recién nacida. Después de la payasada de Pavía, Martinez Campos restaura la monarquía en la figura de Alfonso XII.
A pesar de la Restauración, D. Emilio siguió en la brecha. Nombrado Académico de la Española y de la Hitoria, suguió luchando por sus ideales desde su escaño en el Congreso. Solo se jubiló una vez aprobada la ley de sufragio universal.
¡Lastima que la maquina del tiempo esté un poco verde todavía!. No estaría mal poder traer algún personaje así para ejemplo y verguenza, si es que la tienen, de unos cuantos.





                                                               Rubén Darío

                                          CASTELAR  








 


Administración B. Rodriguez Serra. Palma Alta 55 Dupdo. Madrid. 1ª Edición.1899. En 24º.





Anteportad. Portada con marca tipográfica. Fotografía. 63 páginas. Lista de obras del mismo autor.




 Encuadernación posterior en piel de cabrito verde. Estilo neoclásico. Orla dorada en planos. Cuatro nervios y pequeños hierros dorados. Título y autor en dorado en el lomo. Conserva las cubiertas originales en rústica. Hojas de guarda en papel de aguas. Estuche





Dedicado por el autor" A D. Julio Poveda, homenaje de Rubén Darío. Madrid 1899.". El tal Julio Poveda parece que fue un autor teatral de poco éxito y mucha atorrancia.





Interesante homenaje del poeta nicaraguense al gran político español. Aunque su estilo, en ocasiones, resulta un tanto pomposo. 








5 comentarios:

  1. Bach,

    No podemos idealizar a los políticos del s. XIX en general porque el país fue como fue en esa época por culpa de la mayoría de políticos.
    Siempre hay una excepción que confirma la regla... A pesar de ello ha dado para hacer un resumen de la Historia de España del XIX muy divertido!

    Como fetichista confeso encuentro que la firma de Ruben Dario es deliciosa y de trazo virtuoso.

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  2. El mejor rey que ha tenido este país ha sido un hombre extranjero: José Bonaparte. Y se le echó para gritar "vivan las caenas"...
    Todavía están pendientes de verse materializadas las palabras de Azaña: "Que España deje ya de parecer, en el orden de la acción política, un corral poblado de gallinas donde unas cuantas monas epilépticas remedan los ademanes de los hombres".
    Aunque claro, ¿sabrán estos bobalicones de hoy en día quién fue don Manuel?
    Un saludo, Bach.

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  3. Estoy de acuerdo Galderich en que toda idealización, máxime si de políticos se trata, es mala. Pero creo que fue en el XIX cuando se fraguaron lparte de los actuales problemas. España en ese siglo perdió el tren de la modernidad, gracias a los de siempre. Pero hubo alguna luz entre tanta sombra. Y, a mi entender, Castelar fue una de ellas.
    Azaña conocía bien ese siglo y este, país, donde te daban garrote por afrancesado. Este país que tuvo que abandonar, siguiendo los pasos de tantos otros, porque aquí no se perdona al perdedor.
    Un abrazo a los dos.
    Alfonso

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  4. Estimado Bach.

    Otra de las satisfacciones de que nos dan los libros antiguos , es la posibilidad de convertirlos en un buen pretexto para recordar personajes que han sido dejados de largo.

    No pocos, fueron inspirados por la figura de Castelar en ambas orillas del Atlántico.

    Mi más sincera envidia, por el autógrafo de Rubén Darío. Sobre el estilo del escritor coincido contigo, se convertía en toda una hazaña leer "Azul" en la primaria, pero al mismo tiempo, me sigue causando profunda emoción cada vez que leo la "Oda a Roosevelt"

    Saludos

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  5. Gracias Marco. Coincido contigo en lo que dices de R. Darío. Puede ser cursi hasta despertar las iras homicidas del lector. Pero también puede ser demoledor. En todos los casos, un gran poeta.

    Verdugos de ideales afligieron la tierra
    En un pozo de sombras la humanidad se encierra
    Con los rudos molosos del odio y de la guerra

    Canto de Vida,1905
    ¡Parece que está describiendo el principio del Siglo XXI !

    Un abrazo,
    Alfonso

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