viernes, 14 de enero de 2011

UN BIBLIÓFILO CORTO

Como lo prometido es deuda voy a desvelar el enigma del Maltés. Me da bastante respeto contar cosas mías pero, ante la expectación creada voy a hacer una excepción, espero no aburriros demasiado. Gracias y hasta la próxima entrada que será con libro, como debe de ser.

Erase que se era un aprendiz en esto de los libros. Empezó en su infancia  con Tintín (realmente con Haddock, nunca acabó de caerme bien el boy-scout), siguió por Spirou y Salgari .Un día descubrió a Rip Kirby, otro a Gaston Lagaffe, o a  Zane Grey. Luego llegaron Jeeves y Poirot, y el Castillo de Blandings(¡ Maravilloso lord Emsworth!), para acabar llegando al 221B de Baker Street.
Y los libros se iban acumulando. Y, un glorioso día, llegó el descubrimiento. Era un infolio de brillante portada y título sugerente: La Balada del Mar Salado. Luego, el flechazo. Después de leerlo siete u ocho veces comprendió que se había enganchado. La trama, los dibujos y, sobre todo, el protagonista, eran, sencillamente, sublimes. El mundo que Hugo Pratt había creado para su héroe era un mundo donde merecía la pena vivir. Los Mares del Sur, el Caribe, la Rusia post-revolución se convertían en lugares mágicos cuando salían de los pinceles de Pratt. Y Venecia. Porque Corto es Venecia y, en la misma medida, Venecia es Corto(y eso, para un servidor no se lo cargan ni los japoneses ni los gringos en viaje de bodas).
Llegaron mas libros, entre ellos, como ya he comentado en una entrada anterior, uno de un cierto Mendoza, peligroso personaje que espero esté ya a buen recaudo. Y el aprendiz se fue creyendo bibliófilo(¡ hay que ser ingenuo!). Empezó a interesarse por ediciones, encuadernaciones, márgenes y todas esas cosas que amargan la vida de todo buen bibliófilo que se precie.
Pero algo le inquietaba. Algo faltaba. Tenía el Palau, el Salvat, incluso el Brunet(con su anexo). Había conseguido que amigos y conocidos le mirasen como a un marciano. Su cuenta corriente se encontraba en un estado catatónico. Chapurreaba algo de latín. En teoría cumplía con todos los requisitos. Entonces, ¿que coño faltaba?. De repente se hizo la luz. ¡Claro! ¡Como se podía ser tan imbécil!. ¡Le faltaba su exlibris!. Todo bibliófilo honorable tenía exlibris así que, inmediatamente, decidió que el también tendría el suyo.
Pero claro una cosa es decidir tener tu exlibris y otra tenerlo. ¿Que iba a poner?¿Como iba a ser?. Febrilmente empezó a buscar ideas por todos lados. Se pasaba horas en Internet. Consultó a Vindel.Compró libros. Miró, buscó, rebuscó y nada le convencía. Quería algo original, que definiese a su propietario y que dejase al personal boquiabierto.
Por fin, después de días y noches de atormentada inquietud, la inspiración llegó. ¡Corto Maltés!¿Quien podía reflejar mejor su cautivadora personalidad que el hijo de la Gitana de Gibraltar?. Aventurero, noble, valiente, escéptico, vamos su vivo retrato. Incluso guapete.
Se sentó al ordenador y se puso en faena. Tras mil pruebas, dudas, diseños varios, diferentes tamaños, etc. consiguió el resultado buscado. Era perfecto. Sencillo a la par que elegante que diría su abuela. Satisfecho con su obra, imprimió varios ciento de copias y, armado de engrudo, procedió a pegarlas en sus amados libros. Por fín su amado Corto Maltént figuraba en todas sus adquisiciones¿MALTÉNT?
Cuando se dió cuenta ya era demasiado tarde.


P.S.He comprobado que no es rigurosamente cierto que el engrudo se despega fácilmente de TODOS los libros antiguos.

11 comentarios:

  1. Bibliografía sentimental biográfica.

    Para recordar los libros de nuestra niñez/infancia recomiendo La infancia recuperada de Savater

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  2. Pues ha valido la pena la aclaración. A mí personalmente no me molestan los ex libris, si están en las guardas, aunque yo no tengo. No son otra cosa, a fin de cuentas, las suntuosas encuadernaciones heráldicas del pasado, y las admiramos. Y nos cuentan la historia de los libros. Lo de despegarlo, imagino que un buen profesional lo haría sin mucho problema, y si quieres experimentar, en el blog del bibliómano vi hace poco insertado de youtube este video con un procedimiento sencillo:

    http://www.bibliographos.net/article.php?id_article=2127

    Un saludo

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  3. Bach.


    Me gustó mucho la anécdota sobre tu ex libris. Creo que ese tipo de historias le dan un sabor muy especial a la bibliófilia.
    Una solución nada ortodoxa al problema del ex libris, es pegar el correcto encima.
    Saludos.

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  4. Gracias por descubrirnos esta curiosa historia. Sería curioso ver la reacción de futuros bibliofilos ante tus libros cuando vean el ex-libris de Corto. Igual, hasta aparece nombrado, en el catalogo de una futura librería anticuaria dentro de muchos, muchos años. jajajaj

    Recibe un cordial saludo desde Burgos

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  5. Como prometido desvendado o mistério.

    Acabas por nos contar uma história bem pessoal e que, como qualquer outra nossa, reflecte a tua personalidade. Não me incomoda o “modernismo” do teu ex-libris se tu o elegeste como “tua marca”, poderá ser, de facto, um grande dilema daqui a muitos anos o seu entendimento, pelo menos de acordo com o pensamento actual.

    Um abraço

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  6. De momento he decidido esperar un poco(20 a 30 años)antés de hacer otro intento. Saludos a todos.

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  7. ¡¡Qué disgusto!! pues a despegar exlibris y volver a rehacerlos. Lo mejor para despegarlos, así como las etiquetas de papel adhesivo prevenientes de otras bibliotecas pegadas en los lomos de piel es poner encima de ellas un paño húmedo de agua, vigilarlo cada 5-10 minutos y la etiqueta se despegará sin problemas... como los sellos de las cartas de nuestra infancia. Hay que vigilarlo para que no afecte al libro más allá de lo pretendido.

    Lo de Corto Maltés tiene una conotación especial para mí. Jugando con ese nombre mi buen amigo Mendoza me bautizó con el seudónimo de "Largo Maltés" (debido a mi estatura y al origen de mi familia) y bajo ese nombre narra en sus libros algunas anécdotas mías, del perro de mis hijas y otras tribulaciones.

    Saludos bibliófilos.

    Diego.

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  8. Gracias por la receta.La pondré en practica.
    No sé que me da mas envidia(insana of course!) si el seudónimo o el ser amigo de Mendoza, escritor que admiro. Ambas cosas dicen mucho en favor de la persona que las merece.
    Saludos.
    Alfonso.

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  9. No he podido evitar reírme con la anécdotra del exlibris, lo siento.Comparto contigo la iniciación al cómic de la mano del inefable capitán Haddock, "El tesoro de Rackham el Rojo", en mi caso. A partir de ahí, tintinófila perdida...

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  10. Te puedo asegurar que cuando ví mi obra me sentí como un autentico bebe-sin -sed, lamelibranquio o pirata de agua dulce. Gracias por tu visita. Un abrazo.

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  11. si te das una vuelta por la 'exposició virtual d'exlibris' de la biblioteca de Catalunya se te pasarán todos los males.
    http://www.bnc.cat/expos/exlibris/

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