Había una vez una ciudad muy grande. En esa ciudad vivía un Visir que habitaba en una torre. Desde la torre podía ver como los habitantes de la ciudad eran cada vez mas desgraciados La miseria crecía, no había trabajo y las cosechas, debido a la pertinaz sequía, eran insuficientes para alimentar a la hambrienta población. A causa de la escasez el precio de los alimentos subía sin parar. Los grandes propietarios se dieron cuenta que si almacenaban los alimentos y los vendían poco a poco cada vez serían mas ricos. Así, mientras el pueblo se moría de hambre, los almacenes de los poderosos estaban llenos a rebosar.
Al Visir no le gustaba lo que veía. La visión de la calle llena de mendigos le era sumamente desagradable. Después de muchos días de cavilar y de muchas noches sin dormir por fin encontró la solución. Mando llamar al Arquitecto de Palacio y le dijo:
-Me molesta ver la calle llena de desharrapados, quiero que me construyas una torre nueva lo suficientemente
alta como para no poder enterarme de lo que pasa en la calle.
-Pero eso costará mucho dinero. Contestó el Arquitecto de Palacio.
-Pues se suben los impuestos y asunto arreglado. Zanjó el Visir con mal humor.
Y, unos meses después, una nueva Torre se alzaba majestuosa sobre la ciudad. Desde lo mas alto de ella el Visir miraba satisfecho la lejana ciudad que se extendía, muy lejos, a sus pies.
Pero su felicidad duró poco tiempo. Aunque la altura de la torre era suficiente para no distinguir el sufrimiento del pueblo, el olor de la miseria llegaba con intensidad, cosa que resultaba sumamente desagradable a la sensible nariz del dignatario.
- Mas alta, tiene que ser mas alta. Y no me vengas con la estupidez de que no hay dinero. He establecido un nuevo impuesto sobre el trigo que nos resolverá el problema. Ordenó al Arquitecto Real.
Ante los estupefactos ojos de los ciudadanos una nueva torre se construyó en un visto y no visto. Asomado a ella el Visir comprobó con agrado que ni una brizna del hedor llegaba hasta allí.
Pero entonces sucedió algo que parecía imposible. La gente indignada empezó a chillar. Poco a poco, una enorme multitud vociferante se agrupó a los pies de la torre. Y tantos y tan fuertes fueron los gritos que llegaron a oírse incluso a tan descomunal altura.
- ¡Inutil!¡Eres el arquitecto mas incompetente que he visto en mi vida!¿Es que no sabes entender que significa una torre alta?¡ Mas alta, la quiero mucho mas alta!
- Grandeza Divina, musitó el tembloroso Arquitecto.-Es peligroso hacerla mas alta. Puede derrumbarse.
-¡Pamplinas! O la haces mas alta o te hago degollar! Y rapidito, además.
Atemorizado el Arquitecto inició la construcción. Una nueva torre fue ganando altura. Llegó hasta las nubes y siguió creciendo. Una vez terminada parecía alcanzar las mismísima estrellas.
Por fin el Visir tenía lo que quería. Ni gente, ni olores ni ruido. Nada era capaz de turbar su paz. Asomado a la barandilla veía pasar las nubes raudas por debajo. De pronto un pequeño ruido le sobresaltó. Una grieta se estaba abriendo en una de las paredes. Con horror vio como la grieta iba aumentando. El ruido se hizo insoportable. Algunas piedras se desprendieron cayendo al vacío. A esas siguieron otras, y otras y, poco después con un estruendo como nunca se había oído la torre se desplomó.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
DISPARADERO
ESPAÑOL
POR
JOSÉ BERGAMÍN
Editorial Séneca. México D.F. 1940.En 4º. Primera edición.
Rústica editorial a dos tintas. 264 páginas
Dedicado por Bergamín a Mildred Adams.
Mildred Adamas, escritora, periodista y, sobre todo hispanista conoció a Federico García Lorca en Nueva York en 1929. Su amistad con el poeta despertó en ella un gran interés por España, hasta el punto en que vivió en Madrid varios años. Estaba en la capital en 1931 donde asistió al advenimiento de la II República.
Muy implicada con la causa gubernamental durante la guerra civil participó activamente en los Comités de Ayuda a los refugiados republicanos. Sin duda hoy habría estado en la Puerta del Sol.
José Bergamín es uno de los intelectuales españoles mas polémicos del siglo pasado. Poeta, dramaturgo y escritor, participó activamente en la vida política. Republicano a ultranza, colaboró activamente con el Gobierno legítimo antes y , sobre todo, durante la guerra. Según sus detractores llegó a participar en la represión comunista en Madrid. Exiliado en México, regresó en 1958. Enfrentado al Régimen desde el principio, fue uno de los firmantes de un manifiesto de denuncia de la represión a los mineros asturianos, lo que le sirvió para pasar otra temporada de turismo fuera de España.
Volvió definitívamente en 1970. Gran detractor del espíritu de la transición, se fue a vivir a Hondarribía donde apoyó las tesis batasunas. Murió en 1983.
Bergamín fue depositario del manuscrito de "Poeta en Nueva York" de Federico Garcia Lorca. Como tal fue el responsable de la primera edición de dicha obra ( Séneca, México D.F., 1940), lo que originó un pleito con la familia del poeta granadino, pleito que duro unos cuantos años.
Se te echaba en falta Incorrecto.
ResponderEliminarEsperemos que las torres y visires caigan no sólo en los cuentos. Por lo menos estos días en Madrid empieza a oler a escombros.
ResponderEliminarUn saludo, Alfonso.
Ya es tiempo que se derrumben las enormes torres que hay en todas partes. y sobre todo, tiempo de darnos cuenta que no necesitamos de ningún visir.
ResponderEliminarLa editorial Séneca se consagró con la edición de García Lorca, pero editó libros muy interesantes, muy buscados y algunos de gran actualidad como el ejemplar que nos muestras.
Saludos.
El problema de las altas torres es que cuando caen pueden arrastrar a más gente que al visir que seguro irá con paracaidas...
ResponderEliminarSobre el libro, una joya bibliogràfica por su rareza es bueno emmarcarlo con el libro de Trapiello, "Las armas y las letras". Para la República y la Guerra incivil no hay mejor resumen documentado.
si los políticos ,solo hicieran política, si representasen ,a quien tuvieran que representar,si pensaran en quien les vota,e hicieran bien su trabajo... estas cosas no pasarían.....
ResponderEliminarpero en vez de eso, solo trabajan para quedarse en el puesto, solo representan a quienes les conviene, y solo se mueven en el mundo de la apariencia.....un día alguien les ve detrás del telón y le dan nauseas
Y yo a tí, Biliotranstornado, que nos debes mas información de tu "enculable".
ResponderEliminarHay veces que los escombros huelen mejor que el Chanel nº5, Gonzalo ( con permiso de Marilyn).
Marco, el problema es que los visires se creen indispensables. Coincido en lo de Séneca, publicó grandes obras.
Si en su caida arrastran a sus "coleguitas" tampoco estaría tan mal, Galderich. Copio el libro de Trapiello que no he leido.
Enfermolibrero, nada que decir a tu comentario excepto que lo suscribo de pe a pa.
Un abrazo a todos.
Y se tendra que caer la torre que estan edificando malamente,esto pinta mal amigos.
ResponderEliminarHola:
ResponderEliminarEstoy buscando una información que creo me puede ayudar a encontrar. Busco la dirección de la editorial Séneca en México. Como vi en su blog que tiene un libro original de esa época, me gustaría saber si me puede ayudar.
Muchas gracias,
Hola:
ResponderEliminarLa Editorial Séneca en México dejo de existir en la década de los 40.
Un abrazo.